ORGULLOSOS Y PROFÉTICOS – Una reflexión Arcoiris

para la Tercera Asamblea de la Red Global de Católicos Arcoíris

Autor: Mary E. Hunt

Traducción: Fernando González

Fecha: Miércoles 3 de Julio, 2019. 10 AM. El Cenáculo, Chicago

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Quiero dar las gracias a la Red Global de Católicos Arcoíris por invitarme a compartir en su maravilloso encuentro. Agradezco a DignityUSA por su liderazgo durante esta semana. Mi gratitud va también dirigida a los generosos patrocinadores que contribuyeron a reunirnos, incluyendo a Las Hermanas del Cenáculo reciben a muchos y variados grupos en su Centro de Retiro y Conferencia. Por ejemplo, fue aquí en el Cenáculo, durante una tempestad de nieve en 1985, que un grupo de firmantes Católicos de un famoso comunicado en el New York Times llamando a la discusión en torno al aborto se reunieron para desarrollar estrategias en respuesta a la dura respuesta del Vaticano a sus clamores. Ustedes pueden imaginar lo que fue en esos días, como lo es hoy en tema LGBTI+, fueron valientes e inspirados en el Evangelio por las instalaciones católicas dispuestas a recibir grupo como los nuestros. Gracias, Hermanas y Personas del Cenáculo.

Como una ciudadana de los Estados Unidos, les doy la bienvenida a mi país. Les ofrezco una sincera disculpa, en representación de nuestro pueblo, por las formas en las cuales algunos de ustedes han sido tratados por nuestro gobierno, tanto en el proceso de invitación a este encuentro como de la forma en que sus países deben administrar el impacto de la política exterior de USA. Les aseguro que muchos de nosotros en Dignity, mujeres de Iglesia, y los cercanos grupos de justicia social Católicos estamos trabajando tan duro como podamos para finalizar la Administración de Trump y revertir las muchas injusticias, especialmente en nuestras fronteras, que ha perpetrado. Les confieso que hasta ahora no hemos sido muy exitosos en ello, pero por favor sepan que están en la compañía de muchos que lo intentan.

Permítanme decir unas palabras sobre mi y luego dar un poco del contexto actual sobre el cual reflexiono en nuestro tema: “Orgullosos y Proféticos”. Soy los que llamamos en Estados Unidos una “Católica desde la Cuna”. Nacý y fui educada como parte de una familia Católica irlandesa en Syracuse, Nueva york. Esta es una ciudad fría y de tormentas de nieve que ha producido muchos progresistas, algunos dirían radicales, Católicos. John McNeill, un sacerdote jesuita que escribió temprana y honestamente sobre la Iglesia Católica y la homosexualidad, enseñó en Syracuse’s LeMoyne College durante la decada de 1960. Aún cuando en esa época era muy joven para conocer a John, me gustaría pensar que las buenas energías que produjo por medio de su trabajo profético  de alguna manera fluyó a través de la ciudad hasta llegar a mi, una estudiante Católica de educación secundaria que estaba próxima a salir del armario.

Estudié teología en la Universidad Jesuita de Marquette, como también en la Escuela interreligiosa Harvard Divinity School. Completé el Master en Divinidad, el grado para la ordenación sacerdotal, en la Escuela Jesuita de Teología en Berkeley a pesar de no ser viable la ordenación sacerdotal de mujeres Católicas. Además hice un Post Doctorado en teología en la diversamente religiosa Graduate Theological Union en Berkeley por lo que he sido muy afortunada en mi formación para disponer de una amplia y respetuosa visión de los grandes textos sobre religión.

Tras mis estudios formales – Dios sabe lo poco que sabía cuando me gradúe hace más de cuarenta años – comencé mi verdadera educación en Buenos Aires, Argentina. Fui parte de la Misión de Pasantía en la Frontera, un programa de entrenamiento ecuménico desarrollado para preparar futuros líderes ecuménicos en una iglesia global. Yo fui la primera Católica en incorporarse a esta Misión. No me encontraba en peligro de ser reportada a los cuerpos diplomáticos papales, a pesar del hecho de que algunos colegas de Pasantía en la Frontera fueron posteriormente, como ejemplo, el Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (Sam Kobia de Kenya) y otros líderes denominativos.

Enseñar teología y trabajar a favor de los Derechos Humanos y de la Mujer en Argentina durante una dictadura militar en los 80’s fue una experiencia que cambió mi vida. Llegué a apreciar las muchas y variadas formas en las cuales la gente de fe vive exteriormente nuestros compromisos. Maduré para comprender la naturaleza de los privilegios de ser blanco y cisgénero, en los Estados Unidos, mientras al mismo tiempo que experimenté el profundo sexismo y odio hacia los homosexuales, especialmente en la Iglesia Católica Romana, que persiste con algunos cambios hasta el día de hoy.

Estas experiencias definieron mis decisiones vocacionales. Me valí de mis privilegios con mi compañera Diann Neu para formar una pequeña organización sin fines de lucro, la Alianza de las Mujeres para la Teología, Ética y Ritos (WATER por sus siglas en inglés: Women’s Alliance for Theology, Ethics, and Ritual), en el Distrito Federal de Washington. Usé mis desventajas para cimentar y expandir un compromiso interseccional con la justicia social que ha definido la agenda de WATER por 35 años.

En las décadas siguientes, he continuado mi relación amorosa con Latinoamérica y el Caribe, especialmente con Argentina, pero también en Chile, Uruguay, Brasil, Guatemala y Cuba, entre otros países. En cada instancia, las personas LGBTIQ+ han sido mis maestros mientras aprendía lo que significaba ser “Orgullosos y Proféticos” en contextos donde nuestros modos de vivir y amar son despreciados y en algunos casos legalmente sancionados.

Como saben muy bien los presentes, a pesar de los progresos que celebramos esta semana durante el Mes Mundial del Orgullo, nuestra situación se mantiene fluctuante, por decirlo menos, alrededor del mundo. Igualmente, las cosas se mantienen inciertas aquí en los Estados Unidos donde, por ejemplo, nos encontramos en un momento de decisión para la Corte Suprema respecto a perder el Derecho al Matrimonio Igualitario. Hemos escuchado mucho el nombre de “Stonewall”, un bar administrado por la mafia en la ciudad de Nueva York, donde personas de la diversidad sexual dieron la pelea contra las injusticias policiales. El cual es considerado el punto de inicio del posteriormente llamado movimiento de liberación homosexual. “Stonewall” es una práctica, pero inadecuada abreviación dados los muchos otros frentes en los cuales la lucha, por los Derechos de las personas de la diversidad sexual, fueron librados. DignityUSA es tan antiguo como Stonewall, fundada a principios de 1969; mientras la Iglesia de la Comunidad Metropolitana fue iniciada en 1968. Más allá de los avisos comerciales inspirados en la celebración del Orgullo para un vodka y ropas de un alto precio modeladas por hermosas personas de la diversidad sexual, nuestros hermanos transgénero e intersexo, nuestros jóvenes y pobre compañeros de la diversidad, nuestra gente de color y aquellos que han venido de más allá de la frontera, viven sus vidas como miembros de la diversidad en forma precaria y orgullosa, bajo un justificado miedo, haciendo de ellos admirables profetas.

Muchos de nosotros conocemos esta experiencia de primera mano. Acabo de regresa de un viaje a Matanzas y la Habana en Cuba, donde algunos grupos de Cristianos evangélicos están trabajando duro para socavar los progresos a nivel social de las personas LGBTIQ+ en el país. La Derecha religiosa basa sus esfuerzos sobre los argumentos emanados desde el Vaticano contra lo que Roma llama la “ideología de género”, a lo cual yo considero como el hecho evidente de que el sexo y el género son elementos diversos, fluidos y variados. La Derecha religiosa en Cuba se encuentra configurando un consejo de iglesias antagónico a los progresistas que han estado a favor del matrimonio igualitario y los Derechos de la mujer mientras la nueva constitución toma forma. Tal como vemos en algunas partes de África, la exportación de lo que yo denomino como “pornografía teológica, refiriéndose a enseñanzas que objetualizan los cuerpos, trivializan el sexo y conducen a la violencia, está teniendo un tipo de impacto desestabilizador en las Iglesias cubanas, enseñanzas teológicas y la sociedad en general. Cuba es un ejemplo característico del contexto global en los cuales millones de nuestros hermanos intentan amar con integridad.

El rol del Vaticano en estos temas es claro. El ejemplo más reciente es un muy cuestionable documento publicado justo antes de las celebraciones del Mes del Orgullo por la Congregación Vaticana para la Educación Católica (con fecha 2 de febrero del 2019) titulado ““Varón y mujer los creó”, para una vía de diálogo sobre la cuestión del Género en la educación”. Se hace claro que el Vaticano se está pisando los talones, mientras aumenta la evidencia que indica lo poco que su gente comprende sobre sexo y género. Las personas Trans e Intersexo han sido el primer objetivo de este documento.

En mi reacción al documento, veo lo siguiente:

“Hay una cierta desesperación en el tono y el contenido del documento proveniente de la Congregación Vaticana para la Educación Católica. Sugiere un reconocimiento de que los esfuerzos para detener la unión formal de personas del mismo sexo han fallado miserablemente, comenzando por las acciones hechas de parte del clero masculino que en su mayoría es gay. ¿Qué importancia tienen algunas personas lesbianas, gais y bisexuales después de todo? parece decir la Iglesia institucional; al menos conocen a los jugadores a pesar de no llevar una tarjeta estadística. El verdadero cambio en las reglas del juego es el que declara que el sexo y género son descripciones fijas, definidas y dentro de un espectro limitado, por sobre las realidades cambiantes, fluidas y variadas que manifiesta la naturaleza humana. Uffff, que se podría hacer respecto al que los sacerdotes son solo hombres, las familias con solo un padre o madre, y las leyes resultantes de la influencia del Vaticano en asuntos que son personales? Ese sonido de silbido es un castillo de naipes Católico Romano cayendo sobre sí mismo. Aparte quedan en pie todos los Católicos de la diversidad sexual y aliados quienes lucharán igual de firme por los derechos de las personas Trans e Intersexo como lo hemos hecho por los LGB.”

Sin duda, dado que “hablamos Católico” (lo que significa: entendemos la retórica y tácticas de la Iglesia institucional), creo que tenemos una responsabilidad especial de desenmascarar y reemplazar la teología que denigra a las personas con una rica y de contenido. Ideas que resuenan desde el Evangelio si es que deseamos que nuestra fe tenga un significado en el futuro.

Cada persona tiene una historia que contar sobre sus luchas para ser “Orgulloso y Profético”. Nos reunimos para oír dichas historias. Permítanme compartir tres cortos relatos que les darán sentido de porque creo es tan crucial de que actuemos en la medida de lo posible – no solicitando la martirización de nadie – para ser “Orgullosos y Proféticos”.

  1. En los años 80´s, cuando el VIH/SIDA estaba matando a niños en nuestras ciudades, algunas de mis amigas lesbianas adoptaron a un bebe que vivía con el virus. Su madre biológica era incapaz de hacerse cargo de su cuidado debido a su propio estado de salud. Shawn vivió por muchos años más de lo que los doctores anticiparon debido a la calidad de sus cuidados médicos y el abundante amor de sus madres adoptivas y amigos. Él murió a los 4 años. Sus madres adoptivas dijeron que a él le encantaba la capilla de un seminario Católico local y quisieron que su funeral fuera celebrado allí y dirigido por mujeres. Mi tarea, delegada a una cándida, era la de persuadir al presidente del seminario sobre la extraordinaria naturaleza de la situación y conseguir el permiso para la eucaristía de despedida feminista que esta familia, en su profundo dolor, solicitaba. Sin más que decir, el sacerdote expresó simpatizar con la situación de la familia, pero me informó que el obispo local observaba cuidadosamente cuáles eran las investiduras que los celebrantes usaban en la capilla – mucho menos el contar con mujeres celebrantes – y que él no podía arriesgarse. Tuvimos una hermosa celebración eucarística en honor a la vida de Shawn en una Iglesia Episcopal local. Con ello aprendí que ser profético no era lo que parecía.
  2. Cerca de la misma época, la Conferencia de Lesbianas Católicas (CLC: 1983-96) fue un maravilloso grupo de mujeres fundado en parte debido a que muchos de los capítulos de Dignity se componían mayoritariamente de hombres. La CLC realizó publicaciones en medios de comunicación dirigidos a las mujeres para hacer disponibles tanto la comunidad como sus recursos a una audiencia más amplia. Sus líderes me dijeron que habían oído de una lesbiana Católica en el sur de Chile, quien quería conocer a sus hermanas. Ellas sabían que yo viajaría a Santiago y acordamos que compartiría un café con ella.La mujer tomó un bus de transporte nocturno hasta la ciudad capital solo para conocer a una verdadera Católica lesbiana. Allí estaba yo, en el lugar acordado en la ciudad, esperando por ella. No pude evitar notar los muchos y grandes tanques y otros vehículos armados que se posicionaron a la espera de las protestas y otras expresiones de resistencia al gobierno militar. ¿Qué tal si había sido engañada? Mi imaginación corrió rápidamente. ¡Felizmente, la mujer llegó, tuvimos nuestro café, le aseguré que sus hermanas Católicas lesbianas estaban en todas partes, incluyendo en Chile, y que conocía algunas! Cada una tomó su camino y hoy ya no recuerdo siquiera su nombre, pero aún puedo sentir el miedo que percibí ese día. Trabajo para que nadie más tenga que sentir miedo al amor nuevamente. El Orgullo tiene sus costos.
  3. En 2019, unas amigas mías, una pareja de lesbianas que recientemente se habían mudado a un centro de retiro asistido, esperaban por la ministra de Eucaristía para que les pudiera dar la comunión. Cuando llegó, ella les preguntó si es que eran hermanas. Ellas le respondieron de que estaban casadas. Ella les dijo de que debía consultar al pastor para darles la comunión. Estas dos mujeres, ambas orgullosas y proféticas sobre su recorrido vital de fe, se conmocionaron al igual que yo por la abismante ignorancia y la práctica pastoral inaceptable de la ministra y de quienes trabajan con ella.

Comparto estas tres diferentes historias por dos razones. Primero, quiero subrayar los puntos que comparten respecto a la opresión hacías las personas LGBTQI. Aún cincuenta años después de Stonewall, no dejemos que nadie opere bajo el engaño de que estamos a salvo. No voy a equiparar de ninguna manera mis experiencias como mujer blanca, cisgénero, bien educada, de clase media, con otras mucho más peligrosas y letales, pero destaco que nuestras vidas, todas nuestras vidas, deben referirse a nuestros compromisos. Nuestro trabajo está en parte relacionado con temas de discriminación racial, económica, nacionalistas, al igual que lo está con formas de opresión por sexo/género. Segundo, mi preocupación es el como nosotros, Católicos de todo el mundo, podemos aprender unos de los otros. Especialmente cómo podemos construir nuevos caminos de Iglesia e ir más allá para transformarla de una iglesia jerárquica a un “Catolicismo cósmico”. El cual refleje las muchas y variadas formas de las que somos iglesia alrededor del mundo con foco en nuestro planeta y en gratitud con nuestro creador.

Nosotros como Católicos somos lo que considero como “in extremis” en cuestiones relacionadas a la sexualidad. Recordemos que cuando un bebé se encuentra en riesgo vital y no hay nadie válida o lícitamente ordenado como sacerdote para bautizar al menor. cualquier bautizado Católico es autorizado a bautizar “in extremis”. Eso es, que solo en una situación de extrema urgencia las reglas tradicionales no aplican. Creo que el mismo tipo de razonamiento nos ayuda cuando discutimos en torno a la sexualidad.

La Iglesia Católica Romana institucional es simplemente incompetente en proveer cualquier guía de liderazgo o moral en lo que se refiere a vivir una buena vida en el siglo 21, así es que nosotros tenemos que hacer ese trabajo en la Iglesia. Expresado sucintamente, debemos ser “Orgullosos y Proféticos”. Déjenme explicar los tres factores relacionados:

  • La epidemia global de abuso sexual por parte del clero y su encubrimiento por parte de los obispos y cardenales, quizás incluso el mismo Papa Francisco, dejó el liderazgo institucional como incapaz moralmente de hacer cualquier referencia significativa en torno a la sexualidad. Esto no se debe a que la mayor parte del clero sea gay, hasta que se demuestre lo contrario y aunque seguramente ese sea el caso. No lo es tampoco porque exista una conexión entre homosexualidad y abuso sexual, pues no lo hay. En su lugar, se debe al doble estándar, el mentir se ha vuelto normativo. La ética de lo correcto no se basa en mentiras. Mientras hay algunos buenos e incluso excepcionales miembros del clero, creo que ha llegado el momento de admitir de que la curia ha sido altamente tentada por el comportamiento de muchos de sus miembros, por lo que queda poco espacio a la credibilidad en cualquiera de ellos. Todo el clero que participa de privilegios de la curia tiene cierto grado de responsabilidad en esta epidemia. La única solución es construir nuevas estructuras basadas en liderazgos compartidos, decisiones tomadas a nivel de las comunidades, y el ejercicio mutuo del ministerio.
  • Las enseñanzas institucionales de la Iglesia sobre la subordinación de las mujeres han persistido por mucho tiempo, más allá del contexto actual de igualdad de género. A esto se ha referido a veces el lenguaje jesuita del Papa Francisco y otros como “la naturaleza especial de las mujeres”. Mientras pareciera elevar a las mujeres por sobre la brutalidad de los hombres, lo cual es injusto para ambos, de hecho, consigna a las mujeres a roles limitados (por ejemplo, maternidad y no sacerdocio; el que las mujeres tienen prohibido tomar decisiones respecto a control de la natalidad y el aborto) y mantener la hegemonía masculina en la Iglesia y sociedad. Resultados negativos innumerables se derivan de esta postura, entre los importantes se encuentra la persistente brecha salarial entre hombres y mujeres alrededor del mundo, la opresión de las lesbianas, y la continua violencia hacía la mujer. ¿Cómo podría uno tomar seriamente cualquier tipo de guía moral, sobre el cómo llevar una vida correcta, desde personas que no reconocen algo tan básico como la igualdad humana entre los géneros?
  • La tercera grieta en la armadura Católica es el esfuerzo desesperado e incremental de mantener a los chicos de un lado y a las chicas del otro, negando y negativizando la realidad de las personas transgénero e intersexo al llamar los muchos avances en las ciencias sociales y biológicas en torno a la sexualidad como “ideología de género”. Se afirma que viene en camino otra carta asociada a la Congregación por la Doctrina de la Fe la cual probablemente intentará codificar la desinformación de la carta a la que me refiero por parte de la Congregación de la Educación. Espero que estos malo elementos empeoren.

Entonces, ¿qué podemos hacer como Católicos Orgulloso y Proféticos? Si no hubiera gente que está siendo dañada, jóvenes cometiendo suicidio y familias siendo desintegradas, francamente mis estimados no me preocuparía respecto a lo que los dirigentes Romanos estén enseñando. Pero debido a que hay gente dañada, los gobiernos se sienten empoderados de aprobar leyes que nos oprimen e incluso matan, los jóvenes son abandonados sin ataduras morales, y los buenos padres no saben como amar a sus hijos y practicar su fe, en mi perspectiva no tenemos opción más que actuar. Como decimos en el movimiento de mujeres-iglesia, “son las necesidades del mundo, no las fallas de la iglesia, las que definen nuestra agenda.” Nuestro trabajo no es simplemente el de hacer nuestro amor algo lícito, sino que asegurar la sobrevivencia de nuestro planeta. Concluyo con algunas ideas sobre cómo abordar en dicho trabajo.

  1. Somos los teólogos que hemos estado esperando. Debemos preguntarnos y responder preguntas de valor y significado definitivo, leyendo las escrituras y nuestra tradición en una aproximación positiva al sexo y afirmante de la diversidad sexual. No podemos permitir que a los niños se les mienta en el nombre de Dios. Debemos conectar esas frases sobre el amor con las necesidades urgentes del mundo injusto donde la guerra, el hambre, y la escasez de agua se normalizan de manera incremental.
  2. Debemos compartir nuestras experiencias ampliamente, dejando que la verdad de nuestras propias vidas se sitúen como un filoso contraste a las enseñanzas opresivas de la iglesia institucional. Esto es más factible para algunos de nosotros que para otros. No estoy sugiriendo que nadie necesite exponerse en un camino riesgoso. Pero para aquellos de nosotros con un capital simbólico que disponer – piel blanca, ser cisgénero, privilegiado económicamente, especialmente aquellos con la edad y experiencia – necesitamos hablar en un tono más alto y más frecuentemente que nunca.
  3. Podemos aprender desde y en conjunto con personas de otras tradiciones de fe y también de aquellos que no la tienen, es decir los que están haciendo este trabajo desde sus cimientos. Colegas Judíos, Budistas, Protestantes, Paganos, Místicos, Hindúes, Musulmanes somos todos parte de esta lucha en sus propios contextos de fe. Podemos hacer causa común y construir nuevos movimientos de diálogo interreligioso que no sean sólo sobre diversidad sexual, finalmente, sino que inter-seccionalmente anti-racista, pro-ecología, de esfuerzos por alcanzar la paz.
  4. Finalmente, podemos orgullosa y proféticamente construir nuevas formas de liturgia y rito que reúnan nuestra especial sensibilidad Católica de diversidad sexual hacía los sacramentos y la solidaridad. Uno de los grandes privilegios en mi vida fue estar de pie junto a una mesa cubierta por la bandera del arcoíris con una docena de Católicos Españoles de la diversidad sexual y de género, el pasado otoño, mientras presidíamos colectivamente una Eucaristía inclusiva. No se trataba de una conferencia LGBTIQ+, sino que de un encuentro de progresistas Católicos, muchos de los cuales tenían cincuenta años o más. Ellos se han estado reuniendo por años para estudiar y tener un planteamiento estratégico como Católicos, creando nuevas redes y estructuras para hacer el trabajo de justicia social que es parte integral de nuestra tradición. Imaginen a dichos sujetos uniendo sus mentes y corazones para ahora incorporar nuestras luchas, para incluirnos. Lo hicieron a gusto porque son Católicos – personas de amor y justicia.

Esta es la vida orgullosa y profética a la cual somos llamados en el siglo 21. Estoy absolutamente dichosa de unirme a ello con cada uno de ustedes y comprometerme para vivirlo al máximo, gracias a Dios. ¡Feliz mes del Orgullo!

 

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