La Red Global de Católicos Arcoíris destaca el Reporte Final al Sínodo de Obispos del 2015 sobre la Vocación y Misión de la Familia en la Iglesía y en el Mundo Contemporáneo. Reconocemos que la obediencia de los Obispos al Papa Francisco es sólo un paso en el proceso Sinodal y que requiere esperar de una respuesta más completa y una reflexión por parte de èl, en el modo que determine.

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Nos alienta la Carta de Cierre del Papa al Sinodo, asumiendo la importancia de que “significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso detrás de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas… Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.”

Es claro que los Obispos no fueron capaces de alcanzar un consenso más positivo sobre lo inadecuado de la terminología previa para describir la variedad de orientaciones sexuales. Aún así, vemos claro en el Reporte Final del Sínodo (Parrafo 76), el comienzo de una nueva era en trabajo pastoral inclusivo para y con personas LGBTI y sus familias, el cual esperamos sea promulgado por las Diócesis a través del mundo. Desde que está explicitamente mencionado que “una atención especial debiera ser prestada a familias que tienen un miembro con tendencias homosexuales”, no hay más, por lo tanto, razón para no incluir parejas del mismo sexo, como también hijos de padres del mismo sexo en dicho foco pastoral.

Lamentamos las implicancias respecyo a que “el interés mayor del niño, en situación de adopción o cuidado temporal, necesariamente requieren de paternidad ejercida por parejas de sexos opuestos”. Dicha declaración deja de lado considerable investigación social y denigra la generosidad que parejas de gays o lesbianas, como también la de padres solteros, pueden dar en el cuidado de niños no deseados (Parrafo 65). Es también desafortunado que el Reporte Final dé una seria credibilidad al termino “ideología de género”, creado, a pesar de no haber evidencia científica, por aquellos que buscan encontrar una excusa para no escuchar ni responder pastoralmente a la realidad de las vivencias LGBTI, y a las que corresponden a padres y sus familias (Parrafo 8).

Rechazamos fuertemente las acusaciones sin base, respecto a que el financiamiento para países pobres se condicionaría a la legislación que instituyera el matrimonio entre personas del mismo sexo (Parrafo 76), y estamos consternados ante el fracaso de rechazar la criminalización, tortura, y pena de muerte infligida a personas LGBTI en muchos países.

A pesar de que el Sínodo del 2015 no logro llegar al desarrollo de una declaración más fuerte sobre la aceptación de personas LGBTI, valoramos las expresiones de disculpa, durante el Sínodo. Hubo un lenguaje de disculpa por el daño causado y el lenguaje impreciso asociado a las personas LGBTI y sus padres, junto con un deseo de perseguir un estudio más intensivo y reflexivo sobre las realidades en las relaciones de parejas del mismo sexo y su vida familiar. La puerta para una atención más sensible a temas LGBTI en la Iglesia ha sido abierta a través de este proceso Sinodal del 2014 y 2015 y, más allá de las oposiciones, no puede ser cerrada.