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En el Día Mundial de los Refugiados, queremos compartir con ustedes dos testimonios que claman por justicia y dignidad.

Tania Irias, Nicaragua: En Diaspora desde España

Mi nombre es Tania y soy mujer, lesbiana, madre, migrante y católica. Soy originaria de Nicaragua, pero desde hace más de un año debí huir contra mi voluntad de mi país y desde ese momento soy refugiada en España. Me he visto en algunos momentos de desesperanza porque he tenido que constatar en carne propia el estigma de ser refugiada en medio de la diáspora junto a mi familia.

Ser una persona refugiada es una mezcla de emociones muy complejas. Cuando sales de tu país, con intención de resguardar tu vida, sin importar cual sea la razón, te encuentras en una especie de limbo. Luego en el camino, en el recorrido te enteras de que la etiqueta refugiado también responde a un sin número de estereotipos en el que se da por sentado que para serlo se debe responder a un perfil en el cual no siempre encajamos.

Además, la misma condición de refugiado se convierte en un estigma para las y los migrantes que salimos de nuestros países hacia otros. Sin embargo, para mí, el estar conectada a las redes de apoyo y trabajo social colaborativo, redes que he construido desde mi activismo como mujer lesbiana y católica, ha sido muy importante pero también difícil de mantener.

Una de las cosas que más sinsabor me da es el hecho de que, por estar asilada políticamente, no he podido movilizarme físicamente para seguir acciones a nivel internacional en las cuales estaba involucrada previamente. Aún así, me alegra saber que hay otras personas con las que aún podemos contar, con las cuales podemos seguir trabajando y visibilizando. Hay más de una razón por las cuales podemos ser discriminados y finalmente solicitamos asilo: ya sea por política, etnia, religión, orientación sexual, identidad de género, etc.

Como cristianos, como católicos tenemos bastante trabajo por hacer. Debemos complementar el enfoque de caridad con el de Derechos Humanos. Plantearnos más allá de la compasión y reconocernos desde la dignidad del ser humano. Somos todos hermanas y hermanos. Así, merecemos los mismos Derechos, aunque nos estemos en nuestro país de origen.  

Satomi Shimada, Japan: Ayudando a personas LGBTIQ+ en Kenia

¡Hola! Mi nombre es Satomi Shimada de Nijiiro No Tomoshibi, grupo católico LGBT en Japón.

Me interesé en la situación de las personas LGBTIQ+ en Uganda después de ver la película “Llámame Kutuch” en 2015. Después de algunas entrevistas de seguimiento por messenger, supe que los refugiados LGBTIQ + en África Oriental se reunían en el campamento de Kakuma, Kenia. Lamentablemente, en este mismo lugar, también están sujetos a la violencia diaria de otros refugiados y de la misma policía.

En 2017, comencé una campaña de recaudación de fondos y los apoyé desde mi ciudad natal en Japón para el campo de refugiados. Un año después fui al campamento de Kakuma para conocerlos. No sabía que las condiciones que los afectaban en el campo de refugiados también formaban parte de un sistema discriminatorio más elevado: soy una mujer transgénero, ¡así que casi la policía me arrestó en la entrada del campo! Durante mi segunda visita, en 2019, me quedé algunos días con los refugiados LGBTIQ+ en Nairobi y visité la oficina de la ACNUR y les expliqué que Japón también puede aceptar refugiados LGBTIQ+.

Mis amigos refugiados LGBTIQ + en Kenia son en su mayoría católicos, por lo que no solo nos conocimos sino que también compartimos algunos momentos importantes de comunión espiritual. Tuve un tiempo precioso con ellos mientras rezaba el rosario y asistíamos a misa. Esto me recordó que las personas necesitadas y especialmente los refugiados tienen muchas caras. Allí, podría ser el enjuiciamiento político, la discriminación LGBTIQ + o la alienación religiosa. Todo esto separado o simultáneamente, pero al final del día conduce a una diáspora no deseada.