En Marzo del 2018 dos reconocidas activistas latinoamericanas fueron asesinadas: Marielle Franco en Rio de Janeiro (Brasil) y Maria Guadalupe Hernandez en Guanajuato (México). Ambas compartían un fuerte compromiso con los desposeídos y una orientación sexual lésbica. En este artículo queremos ahondar un poco más sobre el ejemplo de vida de Marielle Franco.

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Latinoamérica, Julio 2018. En medio de la tragedia por la muerte de Marielle Franco (Brasil, 1979 – 2018), una llamada telefónica desde el Vaticano resultó muy significativa para su familia; el mismo Papa Francisco daba las condolencias evocando el esfuerzo y compromiso hacia los pobres de Marielle.

Pero había una historia tras esta llamada, se constituyó en el fruto de una carta dirigida el 19 de marzo al Papa por parte de la hija de Marielle, relatando la vida de su madre y mostrando que ésta era ejemplo de mujer Católica.

“Aprendí a través de mi madre a tener fé y ser Católica. Su devoción a Nuestra Señora, su fé y su compromiso con la Misión de Cristo, siempre guiarán nuestra vidas. Ella me enseñó sobre los mártires y sobre nunca negar el Evangelio. Ella siempre me recordaba que el principal mandamiento de Dios es el amor.

Este momento es de mucho dolor, una espada que corta nuestras almas. Le pido, que oren por nosotros, por nuestra familias, por las mujeres, por el pueblo negro, por la vida en las favelas de Rio de Janeiro, por nuestra ciudad y por nuestro país.

Hay muchos discursos de odio y necesitamos de amor.

Agradecida”

(Luyara Santos, 19 de Marzo, 2018)

Como explicó Luyara, Marielle era Católica. En su juventud fue Catequista en la parroquia de Nossa Senhora dos Navegantes y se encargó de transmitir la fe a su familia.

El estigma social en Latinoamérica

Valorando el gesto del Papa Francisco, ante el genuino clamor de su hija, hay elementos que también son importantes de destacar: Marielle era mujer, afrodescendiente, lesbiana y trabajó a favor de la gente pobre en las favelas, de las cuales también provenía. Bajo este contexto, Marielle era una persona que vivía y contribuía desde lo que la Iglesia actualmente define como La Frontera. Para quienes desconocen el contexto de las sociedades latinoamericanas, con frecuencia hablamos de la doble, triple e incluso cuádruple discriminación que pueden sufrir quienes acumulan algunas de las características mencionadas: ser mujer (género), afrodescendiente (étnica), LGBT (orientación sexual) o pobre (económica).

Es por ello que el  activismo de Marielle es destacable: en su vida asumió el compromiso evangélico a favor de la justicia, el amor y la solidaridad.  Aunque para ella hubiera sido fácil hablar en contra de la religión, culpándola, como hacen muchos otros, de ser el aparato ideológico a través del cual se justificaría y perpetuaría la exclusión, ella prefirió mostrar con su vida que el evangelio se encarna en cada creyente y que ante la ausencia de la iglesia jerárquica, el compromiso del cristiano transforma las más diversas realidades.

En el activismo de Marielle se hacía realidad la triple naturaleza que confiere el bautismo: ser profetas, sacerdotes/isas, reyes/reinas. Denunció la injusticia con honestidad, anunció el amor y vivió la solidaridad, haciendo presente el Reino en medio de los excluidos y empobrecidos; pero como consecuencia, al igual que el mismo Cristo, pagó con su propia vida el enfrentamiento con las estructuras que generan pobreza y discriminación.

Aprendiendo de Marielle

¿Cuanto del ejemplo de Marielle vemos en nuestros países? Muchas de nuestras comunidades Católicas arcoiris han decidido sumarse a eventos simbólicos como son las Marchas del Orgullo o alzar la voz cuando una persona o grupo hacen referencia pública a la supuesta contradicción entre fe y ser LGBTI. Desde su vida ella demostró que ambas dimensiones no eran conflictivas, sino que complementarias a la experiencia vital.

Al mismo tiempo es de gran importancia el reconocer y valorar la presencia de la mujer en nuestras comunidades de Iglesia, especialmente de nuestras hermanas lesbianas presentes como Católicas arcoíris. Ellas suelen ser minoría e incluso algunas veces optan por el trabajo en paralelo a sus pares hombres, ya que declaran ver las mismas barreras de inclusión y reconocimiento presentes en espacios donde la diversidad se espera sea un valor reconocido.  

Este es el legado de Marielle, el llamado a reconocernos como Católicos diversos y activos en la construcción del reino, la justicia social y la plenitud a la que nos llama la fe como hijos e hijas de Dios.